Julia De Burgos se crió en el barrio de Santa Cruz, sección humilde
de la localidad de Carolina. Esto no la privaría de desarrollar su amor
por la naturaleza y por su país. Fue afortunada al ser la única de trece
hermanos que cursara estudios secundarios.
Obtuvo su título de magisterio en la
Universidad de Puerto Rico a los 19 años de edad,
1 pero su amor por la literatura la llevó a escribir poesía. Posibles influencias en su obra serían
Alex Llorens Torres,
Clara Lair,
Rafael Alberti y
Pablo Neruda. También fue maestra en la escuela Feijo.
En
1936 se unió a "Hijas de la libertad", rama femenina del
Partido Nacionalista de Puerto Rico. Este grupo político, liderado por
Pedro Albizu Campos, promovía el ideal de independencia.
Burgos publicó tres colecciones de poemas. Para sus dos primeros
libros viajó por la isla, dándose a conocer y organizando sus propios
recitales. Su tercer libro fue publicado póstumamente en
1954.
Se casó en Nueva York, pero fue su gran amor el historiador, médico y
político dominicano Alex Isidro Jimenes Grullón. Este amor le
inspiraría muchos de sus poemas. Su animo fue bajando y cayo en el
problema de alcoholismo. El
6 de julio de
1953 se desplomó sobre una acera neoyorquina y murió de
pulmonía en un hospital del barrio de
Harlem,
Nueva York
a la edad de 39 años. Debido a que nadie reclamó su cuerpo y a que no
llevaba ninguna identificación, la ciudad la enterró bajo el nombre de
"Jane Doe". Algunos de sus amigos, capaces de rastrearla y encontrar su
tumba, reclamaron su cuerpo. Sus restos fueron enviados a Puerto Rico.
Fue solemnemente enterrada en Carolina y se elevó un monumento en el
lugar del sepelio.
Entre los trabajos destacados de Julia de Burgos se encuentran: "Río
Grande de Loíza", "Poema para mi muerte", "Yo misma fui mi ruta", "Alba
de mi silencio" y "Alta mar y gaviota".
Tengo caído el sueño,
y la voz suspendida de mariposas muertas.
El corazón me sube amontonado y solo
a derrotar auroras en mis párpados.
Perdida va mi risa
por la ciudad del viento más triste y devastada.
Mi sed camina en ríos agotados y turbios,
rota y despedazándose.
Amapolas de luz, mis manos fueron fértiles
tentaciones de incendio.
Hoy, cenizas me tumban para el nido distante.
¡Oh mar, no esperes más!
Casi voy por la vida como gruta de escombros.
Ya ni el mismo silencio se detiene en mi nombre.
Inútilmente estiro mi camino sin luces.
Como muertos sin sitio se sublevan mis voces.
¡Oh mar, no esperes más!
Déjame amar tus brazos con la misma agonía
con que un día nací. Dame tu pecho azul,
y seremos por siempre el corazón del llanto?