11/11/18

Amor de piedra, amor en frascado.


¿Cómo puedes hundirte en esta mi tersa piel de piedra? ¿Cómo unir dos minerales ajenos, más densos y duros que el propio acero? Dime ¿Cómo?

Un día, mi secreto, otro sólo eres un devaneo, mas es así "todo bien es pequeño, que toda la vida es sueño".

Nunca fuiste más que eso, tal vez esa es la razón de que pudieras atravesarme el corazón.

Te desvaneciste frente a mis ojos y del riego de mi lloro en la tierra brotó una bella flor delicadamente tallada en laja.

Te acaricié un pétalo con ilusiva paz.
Te admiraba todas y cada una de las veces que delante de ti pasaba, allí estabas luciendo tu única esencia, lenta e imperceptiblemente fuiste expandiéndote,

tu tallo se hizo alto y delgado, tus hojas te bañaron,  tu flor quedó elegantemente adornada con arrugas alargadas y una dulce, añeja sonrisa petrificada.

En cambio yo, muchacha pétrea lozana, no soy imaginaria, voy con pasos de toneladas, agrietando el suelo allá por dónde vaya.

Hueco está y vacío es el rincón que te pertenece, sin embargo allí se cuela mi elemento, que es el viento. Me trae pulcritud al ánimo y magia a mi esperanza.

Y prepara esa estancia para otro de piedra galán, que ambos nos enfrentemos de nuevo en un reblandecimiento mortal, que de acero a plastilina nuestra vida se funda en un lecho de fuego.

Allí horneados a no sé cuántos grados, sin querer en cristal nos tornamos. Tengamos cuidado de no despedazarnos, yo cuidaré tus pasos, cuida de los míos.

Enfrascados, frascos en este hado.

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