16/02/22

El clavo, el domador y las cobras

 


Hay un clavo profundamente incrustado en la pared,

desde allí, aferrado, en un beso extraño, observa...

Un domador de serpientes hace resonar su flauta mientras sus dos cobras danzan,

poco a poco se elevan, se contonean, a medida que la exótica flauta la mágica canción entona.

Las dos sierpes, en su compartido sueño hipnotizado, viven en un espejismo desértico

las notas las trasladan a un paraje de arena y sol abrasador,

el desconcierto las une a seguir una misteriosa música que las acaricia en la distancia,

necesitan saber de dónde procede y se mueven, bailan,

es un paseo interminable, una melodía dominante.


De pronto un golpe viene de la nada, las enfurece, 

pero no quieren defenderse,

quieren encontrar el origen musical.

Sonidos de encanto viperino que al cesar

a ambas inquieta, las hace frenar en seco

¿Dónde están? ¿Qué es esta oscuridad?

¿Y el desierto y la melodiosa canción?

La oscuridad las deja en su desconcierto.



08/02/22

Léeme


Si supieras mirarme y entenderlo todo,
sin una sola palabra de mis labios
solo mis ojos que te deletreen despacio:
cada una de mis intenciones, 
todas mis ilusiones contigo,
tus adoradas sonrisas,
tu boca resultona,
de ternura tu corazón repleto.

¿Por qué no me lees, amor?
¿Por qué no escuchas mi atenta mirada sobre ti?
¿Me temes? ¿Me fácil olvidas?
¿No te gusta leerme?

Me desgasto poco a poco,
ya mis ojos no susurran
gritan lastimeros, desesperados,
buscan matar la pena,
enterrar la sensación de inseguridad,
de saber caer al abismo sin tu resguardo.

¿Tan difícil soy de leer?
¿Tan compleja la tarea de acompañarme?
¿Tanto exijo? Tal vez,
solo deseo lo que creo merecer...
Exigente, porque valoro lo que doy,
cómo soy, cómo me entrego,
porque, ilusa de mí, creí encontrar eso,
cariño sin ruegos...