No es cualquier duquesa, esa...
Detrás de esa sonrisa francesa, detrás de esa mandíbula de vampiresa, está la duquesa.
Ella la de gran destreza, ella la de una apoteósica fiereza, dejó atrás la flaqueza.
Ahora va de fiesta en fiesta, enmascarada fija su mirada en su siguiente presa.
El pomposo rey Sol ha caído en sus redes, ahora tiene toda una nación a sus pies,
siempre detrás, mueve los hilos, con sigilo,
todo lo ha obtenido, mientras al rey deja dormido,
ella sigue su sed calmando...Y...De vez en cuando
disfruta a la luz de la luna danzando, su voz elevando en un canto casi insensato,
es un llamado
a su único
amado,
el vil satánico,
que la ha de su magia dotado...
Sus carcajadas resuenan en la noche parisina,
dispuesta a tomar otro trago regresa a la pista...
Fingiendo estar con borrachina,
sin dificultad alguna, chasquea los dedos, et voilá: tiene tres borregos dispuestos,
sin miramientos,
escoge al primero, una vez seco,
al segundo, y ávida al tercero.
Hasta que un día, mientras reía, otro siniestro la elegía,
ella al igual que sus siervos ciegos,
a su encanto resistirse no podía...
Y así fue como el marqués de Rochas
la convirtió en su as en su partida de cartas marcada.