En la constante lluvia de supuesta "concienciación" desencadenada por otra muy lamentada muerte por violencia de género (el caso de Laura Luelmo -abc), yo reflexiono y me digo "estamos demostrando lo que siempre se ha dicho de que no abrimos los ojos hasta que sucede lo fatídico".
Conciudadanos del mundo, en especial de España ¿Por qué nos callamos? ¿Acaso no sabemos ya, después de los innumerables casos que acaban en este tipo de tragedia, que los criminales reincidentes no merecen una segunda oportunidad? No merecen volver a salir a nuestras calles, donde todos somos posibles afectados, porque cualquiera puede ser el caramelo de esos seres insensibles y carentes de empatía, seres bruscos y sanguinarios, animales que no tienen cabida en una sociedad civilizada.
"Nuestra civilizacion se torna incivilizada" dicen, si no le damos los mismos derechos que al resto, porque se suponen "humanos" y se les puede meter dentro del mismo saco. No estoy de acuerdo, que seres como esos, verdaderos reincidentes en atrocidades, como matar y no valorar la esencia de la "vida", tengan el derecho de continuar la suya propia.
¿Al condenarlos a muerte caemos en su mismo juego? Tal vez, pero la principal diferencia es que estos descerebrados no son en ningún sentido inocentes, ni sacarán provecho de su humanidad, al contrario, son amenazas en potencia.
Desde mi punto de vista, si se sigue teniendo la absurda idea de "encerrarlos para nada", deberían esclavizarlos de por vida, como mano de obra, tratarlos como odioso ganado, para que comprendan de una vez por todas que ese tipo de actos tienen verdaderas consecuencias, consecuencias que deberán pagar el resto de sus inútiles vidas.
Antes tenía esperanza en las segundas oportunidades, en la transformación de seres como estos en personas, pero no veo pruebas de ello, es bastante inviable. Directamente es más beneficioso para la mayoría de nosotros, del pueblo medio, que acaben con ellos, uno como seres sin voluntad, encerrados y realizando trabajos forzados como mano de obra barata; o dos como cadáveres inofensivos en sus tumbas malditas.