29/03/19

El recuerdo ignominioso del Passer domesticus

Cuando este pequeño gorrión desvalido se acurrucó en tus manos, delgadas, elegantes, cálidas, reconfortantes. Cuando se fió de ti, cuando se creyó en la potestad de abrazar esa protección, te burlaste de esa ingenua capacidad de creer en un desconocido, de imaginar que habita un mínimo de bondad en el corazón de cada ser humano. Tal vez, sí, tal vez tenías razón. Mas el gorrioncillo tampoco se equivocó del todo cuando se acercó a ti, retrocedió...