17/01/20

Asesina de cíclopes

La bendición de Hera (primera parte)

Yothis (segunda parte) -----> entrada anterior a esta




El cíclope que la cargaba la soltó en una especie de enorme recipiente dentro de lo que parecía a simple vista una cocina de enorme proporciones situada en una mal iluminada caverna. Heliana respiró hondo para mantener la calma y a continuación trató de escapar. Le fue difícil mas aprovechó una ligera hendidura del recipiente para apoyar el filo de sus pies y ascender.

Escondida buscó algo que pudiera servirle en defensa propia, sin embargo todos los utensilios eran bastante grandes para ella, hasta que vio una especie de brocheta que podría usar como lanza. De repente oyó la melodía de una flauta dulce y entonces supo que debía ser Yothis.

La melodía era la distracción que necesitaba, puesto que dos cíclopes fueron hacia esta con sus contundentes pasos. Mientras iban a por él ella escaló lo suficientemente alto como para poder abalanzarse sobre la cabeza del cíclope más rezagado. Al aterrizar clavó lo más profundamente que pudo la brocheta a modo de lanza. El cíclope bramó de dolor antes de desplomarse e intentar sacarse la brocheta, Heliana actuó  rápida y de un tirón la desprendió junto con un desenfrenado hilo de sangre. Dejó allí al malherido sufriendo antes de desangrarse para enfrentarse al que restaba que regresaba sobre sus pasos al oír el bramido de dolor del otro.

Heliana esperó a que estuviese lo suficientemente cerca para escalarlo sigilosamente. El cíclope se dio cuenta y no cesó de dar vueltas para quítaserla de encima. Ella llegó hasta su cuello no sin realizar un gran esfuerzo para mantenerse sujeta y esquivar las manazas. Allí buscó el punto más vulnerable y con firmeza clavó su ya ensangrentada brocheta. Desesperado buscaba la brocheta mientras sentía un punzante dolor y creía asfixiarse. Heliana aprovechó para descender velozmente. Justo unos metros antes de llegar al suelo se cayó y milagrosamente fue atrapada al vuelo por Yothis, ambos cayeron al suelo. 




No obstante giraron a un lado antes de que uno de los pies del cíclope que acababa de derrumbarse los aplastase. 

-¿Cómo lo has hecho?- preguntó estupefacto.
-Supongo que con destreza, una lanza y la distracción de tu melodía- decía con una sonrisa agotada, tumbada sobre el suelo.
-Me alegra haber podido ayudar y sobre todo que estés bien.

La ayudó a incorporarse y juntos llegaron a la salida que daba al frondoso bosque. Estaba atardeciendo cuando en medio de la vegetación hallaron una pequeña, exquisita y delicada fuente tallada en piedra. Se sorprendieron cuando el agua tomaba forma de bailarina y danzaba, saltó al suelo y comenzó a girar en torno a la fuente mientras más bailarinas tomaban forma y hacían lo mismo, así seis de ellas brotaron de nuevo hacia la fuente en finos chorros de agua que hacían arcos hacia el centro de la fuente.

Para finalizar toda el agua de la fuente por completo dejó ver a la figura de una mujer compuesta de agua que se aproximó a ellos y habló:
-Humanos ¿Osáis contemplar la sagrada danza de  las náyades de este bosque? ¿Quién os envía? 
-Nadie acabamos de vencer a unos cíclopes- contestó Heliana- Buscamos el camino de regreso a nuestra aldea.
-No nos gustan los humanos, os ayudaremos para que no corrompáis nuestra paz. 

Así la mujer se volvió a descomponer en las pequeñas seis bailarinas y en fila se dispusieron a mostrarles el camino de vuelta, sus pasos iban coordinados y aunque no lo pretendieran lucían como si estuviesen danzando de nuevo.

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