Para comenzar hay que distinguir entre el motivo (el impulso, el estado interno de un sujeto) y el incentivo (objeto externo que engancha los dos extremos, sujeto y objeto del arco intencional).
Las emociones, estados que comunican energía a la conducta, movilizan la acción. Los estados de ánimo habituales son tranquilos y reciben el nombre de sentimientos. Mientras que las emociones son transitorias, violentas y fuertemente motivadoras, no son las únicas responsables de nuestra conducta.
La voluntad es el querer, el origen de nuestros hábitos (la voluntad decide por ciertos tipos de conducta, aunque habría que ver en qué medida la voluntad delibera primero y decide después).
Si el camino hacia la meta, hacia aquello elegido, lo que queremos realizar, se ve obstaculizado, aparecerá la frustración.
Motivo: es el estado interno de carencia que impulsa al sujeto hacia aquellos objetos que satisfacen su estado de necesidad y le alivian de la tensión.
Incentivo: es el objeto exterior, la meta que persigue la actividad del sujeto y que, una vez obtenido y consumido, le produce placer.
La conducta instrumental es la que desarrolla el sujeto para alcanzar su objetivo. Es un medio para lograr su fin. La búsqueda y captura del objetivo (conducta instrumental) conduce a la meta, que es satisfacer la necesidad (motivo) y aliviar la tensión que esta produce.
La homeostasis es el concepto que define el estado de equilibrio ideal de un sujeto, el estado de reposo en el que permanecería un organismo que en ese momento tuviera todas sus necesidades cubiertas. Se trata de un mecanismo de autorregulación que está en constante ruptura y reparación a lo largo de la vida de todo organismo (la adaptación al medio según Piaget).
Existen motivos primarios y sociales, ¿en qué se diferencian? Los primarios son instintivos y los sociales aprendidos. Los motivos primarios en el ser humano son más complejos ya que normalmente suelen estar fuertemente condicionados socialmente (por ejemplo el hambre, el sexo y la supervivencia, ya que se dan huelgas de hambre, el suicidio o la muerte por la patria).
Los motivos, como el hambre, la sed o el sexo son excitantes y dirigentes de la conducta hacia la comida, la bebida o el motivo erótico, pero dicha conducta está regida por los usos (distintas maneras).
Según Freud, fundador del psicoanálisis, las exigencias de la vida civilizada nos llevan a compensar las necesidades sexuales; en lugar de satisfacerlas de un modo directo e inmediato utilizamos, algunas veces, mecanismos de compensación como la sublimación o el desplazamiento.
Aquellos que lo subliman se consagran a metas superiores, la vida religiosa por ejemplo; los otros lo desplazan hacia el poder o el dinero. Otro mecanismo de compensación es la represión del deseo frustrado, sin embargo este podría ser inestable porque el deseo no satisfecho se instala en el inconsciente y desde allí influye las decisiones conscientes del sujeto.
Los instintos en el hombre están muy modificados por la complejidad de las exigencias de la moral burguesa.
Crowne y Marlowe estudiaron la necesidad de aprobación en 1964, este motivo lo experimentamos todos , pero se comprobó que las personas más dependientes y con menor autoestima son las que necesitan causar buena impresión. En este caso los deseos propios son negados en función de lo que el sujeto supone que los otros esperan de él. Este estilo de motivación recibe el nombre de extrínseca, porque las personas parecen necesitar el refuerzo externo para iniciar y mantener su comportamiento.
McClelland estudió sobre el afán de superación en 1965, lo hizo a través de los libros de cuentos, observó que los países cuyo crecimiento económico era más fuerte eran los que tenían más cuentos cuyo protagonista alcanzaba sus metas. Hay personas que dan la impresión de que para ellas lo más importante es la propia satisfacción que proporciona un trabajo bien hecho. Estas personas actúan por motivaciones intrínsecas, como la autorrealización y la consecución de metas y objetivos prefijados por el propio individuo.
Las teorías cognitivas estudian la motivación desde el supuesto de que un estímulo es o no motivador para una persona dependiendo de cómo esta lo interpreta. Estilos tan distintos como las motivaciones extrínsecas y las intrínsecas pueden darse en la misma persona en diferentes momentos y suponen dos formas distintas de procesar e interpretar la misma información.
Este tipo de lecturas alimenta mi curiosidad, creo que a muchos les pasaría igual, si no que pregunten a la horda de motivadores o "coaches personales".
La motivación es una fuente realmente importante en la vida de cualquier persona, desde algún punto nos transfiere la energía que necesitamos para enfrentarnos a nuestros desafíos y siempre será más llevadero llenos de inspiración, vocación y ganas; que agotados, frustrados y apagados porque hacemos las cosas por inercia, por simple obligación.
Con esto no quiero decir que estemos a pleno rendimiento siempre, no existen milagros, algún que otro día malo tocará, pero lo importante es seguir adelante y la motivación es una muy buena aliada, ayuda a regar las plantas de la constancia, a incrementar los resultados, sí, pero sobre todo a disfrutarlo mientras lo cultivas, motivarse o estar motivado con los proyectos que uno tiene es una bendición, a veces es complicado mantener esas ganas, o ilusión, pero merece la pena.