
-¡Llego tarde! ¡Llego tarde! - sale corriendo el conejo blanco de nuestros pensamientos con un enorme reloj de bolsillo.
¿Quién no ha actuado preso de las agujas de un reloj? Muy pocos deciden vivir sin medir sus horas, sin saber cuánto tiempo ha invertido en esto o aquello, o cuánto tiempo de su vida ha usado correctamente, según las normas. Decididamente los hay que viven en la frontera...