Sofía corría detrás de las olas mientras su madre la fotografiaba, ella no entendía ese afán de capturar los momentos en imágenes, de encapsularlos, ella prefería vivirlos intensamente era experta en eso. Pero claro ¿qué iba a saber ella? Solo tiene seis años. De todas formas le consolaba que la mayoría de los adultos siempre le dijeran que era muy curiosa e inquieta a la hora de aprender o saber el por qué de todo. Cuando fueron a comprar un helado Sofía se fijó en una chica que recogía los platos de una mesa de un restaurante, le llamó la atención que mientras ella le daba la espalda a los comensales hubieran algunos que la miraran y comentaran algo de lo que se reían ¿Qué sería? Estuvo un rato pensando en eso. Incluso hasta cuando llegaron a casa, pero no pudo evitar prestar atención a la conversación de sus padres.
-¿Firmaste el contrato con esa revista?
-Sí, me sorprendió muchísimo que mi sueldo fuera tan bajo en comparación de Jorge, el compañero que me recomendó y que ahora trabaja por su cuenta.
-¿Jorge? Sus fotos no son malas, pero pagarle más que a ti... Y todo por ser mujer...
No entendió del todo aquello pero no se iba a quedar sin hacer la pregunta.
-¿Mamá, por qué a ti te pagan menos? ¿Las mujeres somos raras? Hoy vi a una chica recoger los platos en su trabajo y dos hombres raros hablaban de ella y se reían, ¿tendría algo en el trasero? Parecía que miraban ahí.
Sus padres se miraron, sin saber muy bien qué decir. Su padre se sentó a su lado y le dijo:
-No hija, al contrario, las chicas son más listas, más trabajadoras,...Pero claro, imagínate que hay dos loros que necesitan trabajo, uno es brillante, de muchos colores y encima muy listo y preparado para el cargo, el otro es brillante a su manera, pero no llama tanto la atención, sus colores son apagados. El entrevistador tiene que decidir, claramente prefiere el loro colorido, pero se da cuenta que sería difícil de controlar a alguien tan preparado, que incluso su propio puesto peligraba, además sería el único loro llamativo entre loros de color cenizo, seguro que los desconcentraba a todos en el trabajo. Así tuvo una idea, decidiría bajar el sueldo al loro colorido para que él mismo rechazara el trabajo, así no tendría que escoger directamente al loro de color apagado, si no que por vacante libre y por ser el segundo mejor para el trabajo.
-¿Mamá es como el loro colorido?
-Sí, cariño, algo parecido ¿Lo has entendido?
-Creo que sí papá, mamá tiene que parecerse más a los loros apagados ¿no?
-Incluso así es complicado. Pero algo así, sí.
Le gustó mucho la historia de su padre pero aún así se quedó con muchas otras preguntas. Hizo varios dibujos de su madre con ropa de colores y su cámara profesional junto con otras mujeres vestidas con muchos colores y sus diferentes profesiones. Ella se imaginaba que trabajaban todas juntas sin problemas de sueldo, porque todas eran coloridas. Le enseñó el dibujo a su madre y cuando se la explicó le gustó tanto que decidió hacer fotos con modelos con esa misma temática. Hicieron un artículo con esa historia y poco a poco fue calando hasta tal punto que su madre pudo trabajar por su cuenta y comenzar a ayudar a más loros coloridos a trabajar en armonía con sus colores.
Almudena Grandes
Hace 2 años
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