
El sin sentido del amor <- Entrada anterior
Por el miedo a equivocarse
Iba a declararse, estaba a doce pasos de ella. Pero justo cuando le quedaban seis pasos vio acercarse a ella otro chico. Era Jaime, un amigo en común con el que salían a veces. Desde la corta distancia, con su oso de peluche tras la espalda, contempló cómo él se había adelantado, incluso robándole el nostálgico regalo. Corroboró su insignificancia, aún...