14/01/19

Por el miedo a equivocarse

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Por el miedo a equivocarse 
Iba a declararse, estaba a doce pasos de ella. Pero justo cuando le quedaban seis pasos vio acercarse a ella otro chico. Era Jaime, un amigo en común con el que salían a veces. Desde la corta distancia, con su oso de peluche tras la espalda, contempló cómo él se había adelantado, incluso robándole el nostálgico regalo. Corroboró su insignificancia, aún más, cuando ella lo aceptó emocionada y feliz, cuando le abrazó y aceptó los sentimientos que este le había expresado abiertamente.



Damián, por su parte, roto, sostuvo entre sus manos su desplazado panda, símbolo de su amor ignorado, lo miró entristecido y se marchó de allí. A pesar de todo él deseaba su felicidad y aunque le partiese en dos no ser él quién se la brindara, el haber sido testigo de su alegría, le colmaba al menos de una especie de alivio estúpido.

Desde entonces la mera presencia de Grisela le suponía una doble tortura, la angustia de no significar lo mismo que él sentía por ella y no ser más que un vulgar amigo con el que hablar sobre su amorosa vida con Jaime.

-¿Qué te pasa Damián? ¿Por qué me estás rehuyendo?- le interceptó a la salida de clase.
- No es de tu incumbencia,  ya no...- estuvo a punto de irse, mas se dio la vuelta-  Grisela, ya no puedo seguir siendo tu amigo, porque... siempre te he querido. Y sé que estás con Jaime...
-¡Damián! ¡Espera! - corrió tras de él -¡Damián!

Se quedó sin aliento, lo había perdido de vista. Le dolía la cabeza, por más que intentase asimilarlo solo la confusión la desbordaba ¿Qué se supone que haría ahora? Aceptó la declaración de Jaime para no darle más vueltas a sus celos imaginarios por una supuesta chica nueva en la vida de Damián, pero estaba claro que había sido una completa idiota. Una idiota que no quiso reconocer lo que sentía, no solo por miedo, sino por orgullo ¿Y si no soy yo, podríamos seguir siendo amigos sin que me mirase con lástima? Ahora le restaba nada más que las consecuencias de sus inmaduros actos. Había perdido un amigo y probablemente al amor de su vida.



Envejeció, y con toda una vida sobre sí misma, siempre se arrepintió de lo sucedido con Damián. Desde aquel día no volvió a saber nada él, salvo un rumor de que se había mudado y trasladado a otro instituto.



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