Es inevitable, mis debilidades como humana me delatan...
La apasionada y famélica tentación de devorarte, lentamente, mediante unos mullidos y aterciopelados labios.
Labios que susurrándote desean forjar
en tu piel la inflamable suavidad de mis erógenos besos en tu cuello, mientras que simultáneamente me inunda el irrefrenablemente delicioso aroma de tu perfume.
Tengo hambre, tengo hambre de ti.
Quisiera que el roce de nuestras pieles nos colapsase.
Pero sobre todo quisiera volverme hacia ti, salvaje, indómita, fiera ama de tus llaves, esas que mantienen a buen recaudo tu vulnerable fuego, la hoguera en la que crepitan de ti todos los secretos que según dicen te harían excesivamente manipulable. Sin embargo confiando en mis certeras manos no cometerías error alguno, ni te surcaría cicatriz de arrepentimiento.
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