—Eres demasiado drástica...
—No, me cansé de sentirme ansiosa y de esperar la nada, de verter lágrimas sin sentido...Dirás que soy exagerada, que me contradigo, mejor entiende que mi intensidad me abruma, porque vivo más allá de las palabras, porque es fecundo el campo en el que florece mi imaginación...Sí, aunque lo pareciese no soy idiota, se confunde con mi ingenuidad, con mi torpe habilidad de confiar por impulso, por vulgar intuición...
—Pero... ¿Y...?
—Sí, ya, ya lo sé, jamás mentí ni una sola vez, cada cosa que dije fue cierta, sin embargo no puedes tender un puente si del otro lado no están dispuestos a sujetarlo, los cimientos caen al vacío. Supongo que hay situaciones determinadas que creías que significaban "algo" más, o mejor dicho querías que significasen más, pero si no dan más de sí, si reina un silencio que te requiebra o un abrumador destierro estando el uno junto al otro...Mejor convivir con uno mismo, con los quebraderos del pensamiento, con las retorcidas hipótesis que se cruzan con una gran mala racha mundial.
El puente roto y el sueño (1945) Salvador Dalí |
—¿Pero no decías que...?
—Se llama histrionismo, era una forma de expresar mi nerviosismo, mis pamplinescas ganas, de esas que dicen a todo el cuerpo que no, pero en realidad es un sí tan fuerte que requiebra la lógica. También podríamos decir que es timidez elevada a la vergüenza, de no saber muy bien cómo reaccionar, o qué hacer.
—Fuiste una digna aprendiz...
—Gracias maese, sentía curiosidad por saber como hubiese sido el siguiente nivel, pero supongo que ninguno de los dos podría ser capaz, prefiero pensar eso que las muchas otras dolorosas opciones que me han surcado el alma...Maldigo en ocasiones mi redomada capacidad para la pamplinería y confundir cornamusas con flautas dulces, porque nada tienen que ver, unas exclusivamente movidas por pasión y otras con nobles sentimientos añadidos...
Los tres músicos ambulantes (1593-1678) Jacob Jordaens |