Alexia ha salido a comprar al supermercado, está bastante asustada, evita incluso el contacto visual con el resto de clientes, algunos que sí respetan las distancias, otros que no, ella sin embargo solo quiere acabar lo antes posible. Solo le queda ir a por el papel higiénico, uno de los productos más absurdamente vendidos. Con ligeros temblores por el nerviosismo choca sin querer con alguien que no veía por donde iba ya que iba cargando un enorme paquete de papel higiénico.
—Lo-, lo-, lo siento. — articuló con dificultad.
—Tranquila, no pasa nada. — apenas se le entendía con la mascarilla puesta.
Ella asintió aunque no terminase de entender lo que él le había dicho, estaba a punto de marcharse cuando él le cortó el paso y le dijo:
—¿No me has reconocido?
—¿Perdón? No te entiendo bien — se señaló su propia mascarilla para hacer hincapié en la dificultad comunicativa.
— Vaya...— realizó un par de gestos peculiares que a ella le resultaron cómicos.
—¿Qué haces?
—Un muy pésimo intento de lengua de signos chorra inventados por mí.
Ambos sonreían bajo las mascarillas, sin embargo un guardia de vigilancia que pasaba por allí les recordó la abrumadora seriedad de la situación, simplemente con una mirada de reprobación.
Ella simplemente se despidió agitando levemente su mano y se marchó hacia la caja para regresar a los recovecos de su tan rutinario hogar tras tantos meses de confinamiento.
En cambio él tras unos instantes de estupefacción tardó un poco más en hacer exactamente lo mismo hacia su propia casa.
Mientras colocaba la compra Alexia le daba vueltas a la idea de que conocía de algo al del supermercado pero no caía en la cuenta, de repente recibió muchas notificaciones seguidas en su teléfono móvil, tantas y tan insistentes que fue a comprobarlas.
De golpe supo de quien se trataba y se avergonzó tanto y tan repentinamente que destrozó todos y cada uno de los huevos del cartón que estaba sujetando, no le quedó más remedio que limpiar todo aquel estropicio y retornar a la calma centrándose en la tarea e ignorando las incesantes notificaciones, hasta que no aguantó más y apagó el móvil.
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