Baudolino es una novela escrita por Umberto Eco en el año 2000 sobre las aventuras de un joven llamado Baudolino ambientada en el mundo cristiano y mítico a finales del siglo XIII d.C.
Autor
Umberto Eco (Alessandria, Piamonte, 1932, Milán 2016) fue semiológo y escritor italiano. Se doctoró en filosofía en la Universidad de Turín con L. Pareyson. Su interés por la filosofía de Santo Tomás de Aquino y la cultura medieval se haría más o menos presente en toda su obra, hasta emerger de manera explícita en su novela El nombre de la rosa (1980). Desde 1971 ejerció su labor de docente en la Universidad de Bolonia, donde ostentó la cátedra de Semiótica.
Argumento
En una zona del bajo Piamonte donde, años después, surgirá Alejandría, Baudolino, un pequeño campesino, fantasioso y embustero, conquista a Federico Barbarroja y se convierte en su hijo adoptivo. Baudolino fabula e inventa, pero, casi milagrosamente, todo aquello que imagina genera Historia. Así, entre otras cosas, crea la mítica carta del Preste Juan, que prometía a Occidente un reino fabuloso, en el lejano Oriente, gobernado por un rey cristiano, una carta que ha nutrido la imaginación de muchos viajeros posteriores, entre los que se cuenta Marco Polo. Empujado por la invención de Baudolino, Federico emprende un viaje, con el pretexto de hacer na cruzada para restituir al Preste Juan la más preciosa reliquia de la cristiandad, el Santo Grial. Federico morirá durante el viaje, en circunstancias misteriosas, pero su ahijado continuará hacia aquel reino lejano, entre los monstruos que han habitado los bestiarios del medioevo y vicisitudes llenas de magia y hechizo durante las que vivirá un delicado episodio amoroso con la más singular de las hijas de Eva. Aventura picaresca, novela histórica, relato de un delito imposible, narración fantástica, teatro de invenciones lingüísticas hilarantes, este libro es una celebración del mito y de la utopía.
Mis fragmentos favoritos:
"—Abdul —le dijo—, ahora estás en el colmo de tus deseos. Has llegado al lugar que anhelabas, solo tenías que superar la prueba de la mantícora. Mira, tu señora está delante de ti. En cuanto ha sabido de tu amor desventurado, ha acudido corriendo desde los últimos confines de la tierra beatífica donde vive, subyugada y conmovida por tu devoción.
—No —dijo en un estertor Abdul—, no es posible. ¿Viene ella a verme y no voy yo? ¿Cómo podré sobrevivir a tanta gracia? Decidle que espere; incorporadme, os lo ruego, que pueda moverme para rendirle homenaje...
—Tranquilo, amigo mío, si así lo ha decidido ella, debes doblegarte a su deseo. Mira, abre los ojos, se está inclinando sobre ti.
Y mientras Abdul levantaba los párpados, Baudolino ofreció a esa mirada, ya ofuscada, el espejo de los gimnosofistas, donde el moribundo divisó, quizá la sombra de un semblante que no le resultaba desconocido.
—Te veo, señora mía —dijo con un hilo de voz—, por primera vez y última vez. No creía merecer tanto gozo. Pero yo temo que tú me ames, y eso podría saciar mi pasión... Oh, no, princesa, tú ahora haces demasiado, ¿por qué te inclinas para besarme?
Y acercaba los labios temblorosos al espejo.
—¿Qué siento ahora? ¿Pena por el final de mi búsqueda o placer por la conquista inmerecida?
—Te amo, Abdul, y eso te baste —tuvo corazón para susurrar Baudolino al oído de su amigo que expiraba.
Y Abdul sonrió."
"Dos veces, dos, Hipatia había dejado escapar que era bello estar con él. Esto alentó a Baudolino a volver. [...] (p.522)
"Acariciaba el girasol callando. Luego, callando, empezó a acariciar la mano de Baudolino, y dijo solo, al final:
—¿Me oyes?" (p.525)
Mi opinión
0 Comments:
Publicar un comentario